Ni Perdón ni Olvido: Represión Reaccionaria y Respuesta Popular

Desde la llegada de Allende al poder —e incluso antes—, las expresiones de resistencia, revueltas y manifestaciones populares marcaron la vida del pueblo chileno. Sin embargo, la violencia nunca se originó desde abajo: siempre comenzó con los disparos de la autoridad —patronal, burguesa, policial—, sin importar si esta se vestía de liberal o conservadora. Frente a un pueblo que solo anhelaba mejorar sus condiciones materiales de vida, respondieron con represión, mutilación y muerte.

Ante esto, era evidente que las fuerzas del orden no cederían ante un gobierno reformista como el de la Unidad Popular, que —pese a sus límites— cargaba a sus espaldas con un movimiento popular organizado que sí había comprendido, desde experiencias nacionales e internacionales, que cualquier avance de la clase trabajadora sería enfrentado con violencia por las fuerzas reaccionarias. Ya antes del golpe, se daban discusiones estratégicas entre quienes defendían la  “vía armada” —como el MIR— y quienes confiaban en la “vía democrática” . Ambas posturas fueron abruptamente silenciadas el 11 de septiembre.

Pero la oscuridad no es eterna; se ilumina con la lucha organizada. Durante los 16 años de dictadura, sobre todo en la década de los 80’s, las noches en las poblaciones se encendieron con barricadas, asambleas y ollas comunes, donde jóvenes, trabajadorxs desempleadxs y mujeres organizadas resistían no solo a la dictadura, sino también al capitalismo que empobrecía sus vidas. La respuesta popular fue la articulación de una propuesta político-militar concreta —impulsada por organizaciones como el MIR y el FPMR— que, aunque variaba en intensidad según el territorio, representaba un esfuerzo colectivo por responder a las atrocidades del Estado terrorista.

Sin embargo, tras la salida “pacífica” de la dictadura —y especialmente después de la campaña del NO—, los partidos tradicionales y sus comités centrales abandonaron el conflicto revolucionario. ¿La razón? Nunca quisieron un levantamiento popular. Prefirieron reintegrarse al parlamentarismo y gozar de los privilegios del capital “renovado” y “democrático”, traicionando a lxs compañerxs que dieron su vida en combate, fueron torturadxs o desaparecidxs —incluso después del retorno a la “democracia”—.
Hoy, cuando las policías asaltan tomas de terreno, reprimen liceos y universidades, militarizan el Wallmapu o actúan como mercenarixs del empresariado para romper huelgas y encarcelar dirigentes; cuando el narcotráfico —como brazo del capital— envenena a nuestra juventud; cuando lxs pacxs, el narco y lxs milicxs operan con la misma impunidad que en dictadura…¿Acaso no estamos en nuestro derecho —y en la necesidad histórica— de volver a encender las barricadas?

Hoy, como ayer, resulta urgente reivindicar el derecho popular a la autodefensa como práctica legítima de las comunidades organizadas. Frente a una represión que persiste —desde el golpe hasta el presente—, se hace necesario construir respuestas organizadas y colectivas que protejan los avances de clase. La historia nos enseña que, sin poder popular arraigado, sin autonomía de clase y sin mecanismos concretos de defensa comunitaria, los derechos conquistados pueden ser reversibles. La verdadera emancipación no se otorga desde arriba; se construye desde los territorios, mediante la organización consciente y la resistencia sostenida.

¡Por el Comunismo y la Libertad!
Septiembre del 2025

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