Este 30 de septiembre se ha dado a conocer la revelación por parte del latifundista Juan Carlos Morstadt Anwandter de que a Julia Chuñil Catricura, desaparecida hace largos once meses, la quemaron, de la forma más brutal, despiadada y sádica que se pueda imaginar. El hecho nos indigna, nos conmueve y, aunque ya hemos visto todo tipo de crímenes y crueldades por parte del Estado chileno, los sectores dominantes y los grupos capitalistas, tan solo en los últimos años de historia reciente, nos resulta escalofriante y sumamente doloroso. Queremos partir por enviar un sentido abrazo y un beso a los familiares de Julia, y un mensaje de aliento a los sectores movilizados y revolucionarios del Wallmapu y de Chile ante las duras circunstancias actuales del conflicto de clases.
Este crimen, además de horrendo y miserable, resulta simbólico y esclarecedor de varios elementos del análisis político y de la situación actual de la lucha de clases en tierras ocupadas por el Estado chileno. Pues, en efecto, grafica y manifiesta en toda su entereza la trama de la explotación capitalista, la expoliación de los territorios y la violencia estatal, en especial en el Wallmapu, así como la continuidad de toda una historia de colonización, explotación, usurpación y terror en contra del Pueblo Mapuche.
En primer lugar, manifiesta nítidamente la naturaleza patriarcal, colonial y racial de la eliminación de una mujer mapuche luchadora. Es decir, revela la caracterización de un Estado chileno burgués, patriarcal, colonialista y racista que sostiene, ampara y protege un circuito de acumulación capitalista, privilegios de clase y segregación social. Con un carácter histórico en Chile, desde los orígenes mismos del Estado nacional y la República chilena durante el Siglo XIX, y desde más atrás por los inicios de la conquista y colonización española hace ya más de cinco siglos. A los cuales, el Pueblo Nación Mapuche siempre ha sabido combatir, defendiendo su Territorio, su pueblo, su cultura, identidad, espiritualidad y formas autónomas de organización social.
Tal es la relación de continuidad histórica que los mismos Anwandter son colonos provenientes de Alemania (entonces Prusia), radicados en el Wallmapu desde mediados del Siglo XIX. Allí, el primer colono (Karl Anwandter) recibió bastos terrenos donde asentarse en Valdivia por parte del gobierno de la época, donde desarrolló el negocio de la cervecería. Desde entonces, hace más de 150 años y hasta la actualidad, estamos hablando de una descendencia adinerada, poderosa e influyente en el territorio.
Además, el crimen sobre Julia significa la eliminación de una mujer mapuche luchadora por el territorio y el medioambiente. Lo cual nos habla del carácter de una clase burguesa y del Estado burgués operando en el continente latinoamericano, en Chile y particularmente en el Wallmapu, que necesita devastar el medio ambiente y los territorios para llevar adelante la acumulación de capital, muy lejos de las quimeras y fantasías de un capitalismo “verde” y respetuoso con la naturaleza y los ecosistemas, y que presenta decididamente una política de aniquilamiento, en clave ejemplificadora y terrorista, dirigida en contra de individuos, militancias y comunidades dedicadas a la defensa territorial y socioambiental. Revelando esta trama tenemos muchos otros casos, como el de Macarena Valdés en Chile, “la Negra”, asesinada sin saber aún por quiénes, bajo el silencio del Estado, en 2016; el de Berta Cáceres de Honduras o Guadalupe Campanur en México, solo por mencionar unos pocos. En 2024, un informe de Global Witness identificó al menos 146 personas asesinadas o desaparecidas en el mundo por defender la tierra y el medio ambiente, de las cuales más del 80% se concentraron en Latinoamérica (unos 120 casos). Se trata entonces de un Estado contrainsurgente y policial, el de Chile y la mayoría de los países de América Latina, dispuesto a desbaratar y eliminar no tan solo las resistencias armadas, sino a su vez las resistencias sociales, los activismos socioambientales y otro tipo de expresiones históricas, sociales y culturales autónomas de los pueblos originarios y del Pueblo Mapuche, en provecho de un patrón de acumulación capitalista totalmente destructivo, extractivista y depredador de los ecosistemas, los territorios y la vida.
Julia Chuñil fue quemada o mandada a asesinar y quemar por un latifundista, protegido absolutamente por el Estado y la prensa burguesa. En descarada complicidad, el Estado y la prensa burguesa han sostenido, hasta hoy, que no hay pruebas suficientes que acrediten delito, que podría tratarse de disputas territoriales entre comunidades o grupos familiares, o incluso la tesis de un conflicto interno familiar, revictimizando a los propios familiares que no han cesado de luchar exigiendo su búsqueda y aparición con vida. Interesadamente, sin antecedentes contundentes, desoyendo las amenazas explícitas que Julia ya había recibido del propio Morstadt. Vemos a la prensa y el periodismo dominante haciendo el papel verdaderamente de verdugos del capital, el patriarcado y el Estado, sosteniendo tesis arbitrarias y además censurando o silenciando la situación, tanto antes como después de la revelación del 30 de septiembre. Como también, denunciamos el miserable rol del Poder Judicial y el Ministerio Público, parte de los grupos dominantes mandatados por el capital para no investigar, dilatar la causa, posponer y levantar hipótesis con una parcialidad de clase sinvergüenza. De hecho, el fiscal que se ha negado a abrir el juicio de Julia es el mismo sujeto que hizo exactamente lo mismo en el caso de Macarena Valdés, Jaime Calfil. Al igual que denunciamos el papel cómplice de los brazos investigativos del Ministerio Público, dirigidos por el fiscal, Carabineros y PDI.
Julia Chuñil fue asesinada y quemada, por último, ante la indiferencia y la acción cómplice del gobierno. Del gobierno de Boric, Camila Vallejo, Karol Cariola y de la actual candidata presidencial Jeannette Jara. Pasaron casi once meses de desaparición de Julia antes de que el gobierno hiciera mención del caso, o a lo menos, le diera una connotación pública y mediática con la importancia que amerita el extravío de una mujer mapuche y luchadora socioambiental. En el mísero interés político electoral, ante el ambiente pro-policial y de expectativa social por seguridad, incluso en el clima anti-mapuche que se ha producido en Chile estos últimos dos o tres años, el gobierno socialdemócrata es un camaleón que viste los colores del interesado cálculo político institucional inmediato, ocupando decididamente la delantera de la contrainsurgencia, la represión policial, la ocupación y la devastación territorial en el Wallmapu.
Este gobierno, de manera principal, se encuentra liderando un enorme y millonario plan estatal de persecución en contra de organizaciones revolucionarias mapuche, como la CAM (Coordinadora Arauco Malleco), WAM (Weichan Auka Mapu) y RML (Resistencia Mapuche Lafkenche), además de la prisión política y criminalización de sus principales dirirgentes, atravesando un complejo momento de lucha contra la dominación capitalista y colonial.
Apoyamos y nos hacemos parte del camino de lucha radical por la recuperación del Wallmapu, la autonomía y la autodeterminación del Pueblo Nación Mapuche, como un proceso histórico, duradero y de lento andar, emanado de las propias comunidades y las organizaciones autonomistas y revolucionarias de resistencia mapuche.
¡Weichan contra el Estado y el capital!
¡Wallmapu libre!
Liberación, octubre de 2025
