Por Daniel, militante de Liberación
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1. La expresión final del capitalismo, conocida como neoliberalismo, se encuentra en una situación crítica debido al rápido agotamiento de un modelo de acumulación basado en la explotación de recursos naturales, como la minería, el mar y los recursos forestales y agrícolas, lo cual ha provocado graves consecuencias ambientales y puede llevar a un posible colapso de la sociedad. En la actualidad, se está debatiendo sobre cómo prepararnos para este escenario y cómo adoptar nuevas formas sociales de producción que abandonen definitivamente la concepción de la mercancía como objeto de culto originado en la dicotomía entre capital y trabajo.
2. En contraste, el siglo XX se caracterizó por el fracaso de los socialismos inspirados en las teorías marxista-leninista y maoísta, los cuales en la práctica reforzaron las relaciones capitalistas de producción a través de un Estado y un partido omnipresentes que reprodujeron también las jerarquías de dominación políticas propias de la sociedad burguesa y el patriarcado. Este proceso consolidó un nuevo y poderoso sistema capitalista estatal y, una vez más, excluyó a las masas de la participación en el mismo. Las llamadas “revoluciones proletarias”, que en teoría buscaban la liberación de las masas trabajadoras, terminaron en desastrosas y trágicas contrarrevoluciones capitalistas y burocráticas que reinstalaron el capitalismo en sus expresiones más radicales.
3. Durante el siglo XX, la lucha por la hegemonía mundial del movimiento popular estuvo fuertemente mediada por una clase obrera que se encontraba bajo la influencia de los partidos marxistas-leninistas, los cuales estaban dirigidos por la URSS. Los partidos comunistas locales, en lugar de representar una verdadera alternativa al capitalismo, se convirtieron en meras herramientas de transmisión del Capitalismo Burocrático de Estado soviético y de sus intereses imperialistas al rededor del mundo entero.
4. En el siglo presente, nuevos actores sociales han surgido y han comenzado a desplazar a la burocracia sindical obrera que ha sido funcional a la dominación capitalista. En este contrapelo, han emergido con fuerza movimientos antagónicos como los pueblos indígenas, los movimientos feministas y LGBTQ+, los movimientos ambientalistas, así como también el precariado joven de las grandes urbes.
5. Esta nueva composición del movimiento popular se caracteriza por ser transversal en sus reivindicaciones, pero sobre todo por su accionar más decidido y rupturista que en el pasado. En muchos casos, esto incluye también el uso masivo de la violencia política, como la autodefensa, convirtiéndose en un sujeto potencialmente riesgoso para el orden burgués. Estos nuevos movimientos sociales han surgido como respuesta a las desigualdades y exclusiones del sistema capitalista neoliberal y han puesto en cuestión las formas tradicionales de hacer política y de luchar por sus derechos. Además, han generado nuevos espacios de organización y participación que buscan -y logran- construir alternativas autónomas al modelo hegemónico de sociedad y economía.
6. El nuevo sujeto revolucionario se está conformando a partir de esta amalgama social, dejando de lado el enfoque exclusivo en el eje obrero-campesino del siglo XX. Ya no son solo la fábrica o el campo los focos de poder revolucionario, sino también las barriadas y los territorios. Las revueltas populares, que se manifiestan de manera multiforme y heterogénea en todo el mundo, son una expresión de esta nueva configuración. En el contexto de las revueltas, como fenómeno radical de organización-protesta, emergen todas estas nuevas formas de lucha de manera ofensiva y radical.
7. El nuevo movimiento popular se levanta sin “Dios ni ley”, no soporta la intermediación y la acción directa es el método y forma predilecta de comunicar y expresar su malestar. Tampoco resiste la intermediación de partidos ni menos Estados que pretendan levantar las banderas del socialismo en su nombre.
8. El movimiento de masas, rememorando a Rosa Luxemburgo, plantea que esta tiene sus propios principios y que como un gran río avanza imparable en el curso de su historia, quien quiera poner un dique en este avance irremediablemente será arrasado.
9. La organización política revolucionaria, como expresión consciente del movimiento de masas, tiene la tarea ineludible de guiar y orientar hacia la perspectiva de la propia liberación. Esta organización no suplanta la lucha, sino que actúa como catalizador de la misma. Es fundamental tener siempre presente que la conciencia y la lucha son las que deben convertir a la clase en una “clase para sí” y no tan solo en un instrumento orgánico del “partido infalible” y su “ciencia infalible”. De esta forma, se evita la creación de estructuras autoritarias y se fomenta la participación activa y consciente de las masas en la lucha por su propia emancipación. El partido revolucionario, el cual no negamos en absoluto, no es otra cosa que la expresión consciente del propio movimiento popular; expresa, en consecuencia, sus virtudes y debilidades. No es, de ningún forma, un ente separado del propio movimiento histórico.
10. La cuestión programática no es un tema del futuro, sino que se comienza a construir en el presente a través de la implementación de medidas comunistas que permitan la construcción de una sociedad emancipada de forma inmediata. La idea de una transición como etapa “intermedia” entre el capitalismo y el comunismo es una reminiscencia del enfoque reformista de la revolución por etapas, que ha demostrado ser ineficaz en la práctica y ha sido derrotado repetidamente. En la actualidad, incluso bajo el dominio del capitalismo y el patriarcado, existen expresiones orgánicas del comunismo, como formas de vida que antagonizan con la explotación de clases, la dominación política y la opresión social. La estrategia y práctica revolucionaria consisten en la generalización de estas formas de organización, vida y producción como parte de la lucha por la emancipación. A esa concepción teórica y práctica, es a la que denominamos como comunismo de liberación.
11. En este contexto, las revueltas son expresión del movimiento popular autónomo e independiente, que con toda insolencia escribe la historia contemporánea, es el verdadero sujeto al que se debe prestar atención.
12. Por último, la territorialización de la política es un elemento fundamental a la hora de repensar el proyecto emancipatorio para la clase. Es en el territorio donde se irá construyendo la nueva “institucionalidad revolucionaria” en oposición radical y violenta a la institucionalidad burguesa.
13. Las asambleas autoconvocadas fueron experiencias genuinas a tener en cuenta al momento de reconstruir el nuevo movimiento popular. Es aquí, en los propios territorios, donde se debe construir la nueva materialidad que, a través del accionar solidario, fraterno y revolucionario, se apropie para sí de los medios de producción indispensables para la subsistencia (agua, tierra, etc.) y combata a los enemigos internos y externos.
14. En este proceso, que entendemos de un largo periodo (décadas) caracterizado por el comunitarismo, intentando luchar en todo momento contra la carga material e ideológica neoliberal hegemónica, se irá conformando el poder revolucionario que, en definitiva, destierre el capitalismo e inicie la fundación primaria del socialismo anti-autoritario.
15. La construcción de la organización política revolucionaria es un proceso dialéctico y en ningún caso mecánico. No se pueden definir etapas estructuradas, rígidas o uniformes como lo hicieron los marxismos hegemónicos del siglo pasado. Es más, es poco probable construir una organización revolucionaria si no existe una materialidad social mínima expresada en el movimiento popular, unida en sus demandas por vivienda, salud, educación, pensiones y las luchas ambientales.
15. A pesar de que estas luchas han sido reducidas a una mínima expresión en muchos lugares, es posible que tomen un nuevo protagonismo debido a la profunda crisis civilizatoria que enfrenta el capitalismo a nivel global. En el caso de la región chilena, es probable que veamos en el corto y mediano plazo jornadas intensas de lucha que nos permitan recuperar el impulso y la movilización popular que se estaba gestando antes del estallido social. Por esta razón, afirmamos que, como dice la canción, esperamos que esta derrota sea breve y táctica, en lugar de estratégica como lo fue hace 50 años en 1973.
16. En ese marco, encuentro como el de la “democracia comunal y el poder popular”, el cual hoy día estamos impulsando, no son más que plataformas unitarias de quienes luchan por una sociedad sin clases, anticapitalista y antipatriarcal. La praxis concreta de la lucha de clases definirá su rumbo en un escenario de aciertos y errores, pero con la mirada firme de que solo con la fuerza y la confianza del pueblo es posible construir un poder dual al capitalismo. El carácter de esta instancia debe estar cruzado, antes que nada, por la solidaridad, fraternidad, autoayuda y socialización e intercambios de experiencias. Debemos impulsar con fuerza la autogestión y soberanía alimentaria, las brigadas populares de salud, la defensa de los derechos humanos y los presos y presas políticas de hoy y del futuro. Nuestro esfuerzo es y será aglutinar y articular a todas aquellas organizaciones populares que, dispersas y atomizadas, resisten heroicamente este periodo de profundo reflujo. Debemos llegar a ellos, ofrecer nuestra solidaridad en un principio y luego ganarnos la confianza a través de un quehacer concreto y construir una unidad fecunda. Debemos apoyarnos en fundaciones y organismos propios dispuestos a dotar de capacidades técnicas, médicas y psicológicas disponibles para los más necesitados, para enfrentar flagelos como la violencia machista, la drogadicción, etc.
17. La cuestión de la organización revolucionaria es crucial, pero como se mencionó anteriormente, no es simplemente un tema teórico, sino más bien un tema práctico. A medida que el movimiento popular madura y crece en organización y conciencia, surge un destacamento más avanzado en conciencia política e ideológica que debe plantear, de cara a las masas, los temas políticos de poder y materialidad. Es en esa praxis donde se moldea la organización revolucionaria, nacida desde abajo, desde las entrañas mismas de los territorios. En consecuencia, la tarea principal es y ha sido siempre desarrollar el movimiento popular desde sus bases mismas. A diferencia del bolchevismo, esta organización no se separa de las masas para unirse al aparato burocrático del Estado, suplantando una forma de dominación por otra aún más terrible. Por el contrario, el objetivo es destruir ese aparato y, en cada territorio, el pueblo y su organización revolucionaria serán uno solo. En este sentido, se descarta el mecanismo abyecto propio del siglo XX: primero el partido, luego el programa y las masas siguen el camino hacia su liberación; lo que se busca es que el partido, las masas, el programa y la acción revolucionaria vayan de la mano, como un solo proceso histórico, como un solo ejercicio de emancipación y liberación colectiva.