
Cómplices, secuaces y fieles seguidores – son las únicas palabras que tenemos para describir a todas las caras del poder que domina el territorio conocido como la región chilena, desde el progresismo con su cara “buena onda” hasta lo más descarado de la derecha dura, desde los parlamentarios, jueces y empresarios hasta cada paco raso que se encarga de imponer con sangre la voluntad de los poderosos. La dictadura impuso en el año 1973 las políticas del capitalismo en su versión más cruda sobre los cuerpos de compañeres que luchaban, y desde los años 90 hasta ahora, estos cómplices, secuaces y fieles seguidores se han dedicado a mantener, a duras penas y sobre los cadáveres de los pueblos, la columna vertebral de las políticas pinochetistas de la miseria y la impunidad. Lxs miles de asesinadxs, desaparecidxs y torturadxs no han visto la luz de la justicia, ni la verán mientras se mantenga el órden impuesto hace 51 años.
Este año, entre las lacrimógenas y la reacción, perdimos a otro compañero más. Como Claudia López hace 26 años, Alonso Verdejo fue cobardemente asesinado con la participación de la represión, que en todo momento se mantuvo contra las personas que estaban intentando ayudarlo. Con la complicidad de los medios, que han dejado claro que no consideran que la muerte de un compañero anarquista valga la pena de reportar con ningún tipo de seriedad. Con la participación del gobierno progresista, que se permite mentir descaradamente sobre lo que hacía el compañero en la romería, movilizando el temor de la delincuencia que vienen alentando en los medios hace años para bajar el perfil al actuar criminal de la represión y del atacante.
Entre el dolor de la pérdida y el rescate de su memoria, y de la memoria de todas las personas que han caído en democracia y en dictadura luchando por un mundo sin explotación, dominación y opresión, entendemos que la única forma de avanzar es seguir luchando por este mismo horizonte. No nos queda más que asumir con más convicción y más fuerza este camino, y de hacerlo con consecuencia y desde la autonomía. La revolución no se puede dar de la mano con un estado que se encarga de continuar el legado pinochetista, que cada año asesina a combatientes del pueblo – la revolución solamente la conoceremos cuando los pueblos contemos con nuestras propias estructuras y formas de organización que sean verdaderamente nuestras, con las cuales podamos enfrentarnos a los problemas que el mismo estado capitalista y heteropatriarcal nos impone: la precariedad de la salud, la violencia de género, las deudas, la precariedad de la educación, la violencia del narcotráfico, la falta de vivienda digna, y muchos más. Con Alonso, Claudia, y todxs lxs compañerxs caídxs en la memoria, tenemos la responsabilidad de seguir construyendo y acanzando hacia ese horizonte.
¡El legado de Pinochet vive en el poder y todas sus caras!
¡Ellxs luchaban por la revolución!
¡Nuestrxs muertxs viven en cada barricada!
¡POR EL COMUNISMO Y LA LIBERTAD!