Breves comentarios sobre el espectáculo electoral -más como protesta que como propuesta-

I

Los sectores políticos en el poder burgués, desde el Partido Comunista a Republicanos, saben perfectamente que entre seguir con la Constitución del 80’ o reemplazarla por esta propuesta constitucional, existen implicancias meramente de orden táctico, muy menores y secundarias. Nada significativo ni estratégico. Todos entienden que no hay impacto alguno para el capital y el modelo económico, pues se trata, en verdad, nada más que de una especie de adaptación de la Constitución actual; de hecho, lo que mejor refrescaría al capital es que estos procesos constitucionales terminen, da lo mismo con qué resultado electoral. Y entienden, a su vez, que ganando una u otra opción, los problemas de la conflictividad social y la –a esta altura irrecuperable- ausencia de legitimidad del régimen político de democracia burguesa permanecen abiertos y vigentes, sin solución alguna por parte de la clase dominante. Cosa determinante, dado que por eso y únicamente para eso es que los ensayos constitucionales comenzaron a propósito de la Revuelta Popular en 2019.

Así, se comprende que lo único que están intentando todos los sectores políticos en el poder burgués es salir lo menos golpeado posible con el resultado, con miras a la elección inmediatamente siguiente. Los partidos políticos del régimen burgués, metidos en un zapato chino en el que no querían estar, no pueden levantar la vista a más de un año plazo.

 

II

Por esta razón, los dueños y los jefes administrativos del gran capital financiero radicado en Chile solamente esperan que esto termine, para seguir acumulando en un escenario político y social de menor incertidumbre. Miran con desconfianza a los políticos profesionales y piensan, realmente, que serán incapaces de atender profundamente al problema del descontento popular y la inestabilidad política del sistema democrático. En consecuencia, no creen que este proceso constitucional sea ni será efectivo en absoluto.

 

III

La guinda de la torta se la anotan los movimientos políticos y sociales de inclinación reformista, ex partidarios del Apruebo y ahora, en un alto porcentaje, militantes de un espurio y hasta ridículo voto En Contra. Son una caricatura del voto por el “mal menor” que no imaginamos con ver ni en películas. O bien, dándoles el beneficio de una mirada más política, hay quienes plantean que el voto En Contra mantendría abiertos los caminos hacia un cambio constitucional, más adelante, en mejores condiciones. Estamos pensando, por ejemplo, en determinados sectores del Partido Comunista que realmente se creen ese cuento.

El problema más grave de todo esto es que la ilusión reformista de los cambios constitucionales se ha convertido en un verdadero fetiche, propio de “sectores medios”. Hoy cobra especial relevancia insistir en el planteamiento político de que, para los movimientos populares y la clase trabajadora, la política de los procesos constituyentes –entendidos en general—significa meterse en un laberinto sin salida donde nunca es posible disputar con una correlación de fuerzas favorable de clase. A finales de 2023, es totalmente evidente que, incluso en el contexto de lucha de clases más agudo y manifiesto que era posible iniciar un proceso constituyente –o, lo que es exactamente lo mismo, una Asamblea Constituyente-, este fue en concreto, nada más ni menos que la carta central para la desmovilización de la Revuelta, recuperación por parte de la clase dominante de la iniciativa estratégica y reafirmación del orden capitalista, patriarcal y colonial.

 

IV

Y cómo andamos por casa. Los sectores revolucionarios, aquellos que coincidimos en un planteamiento programático revolucionario –superador del capitalismo, el patriarcado, el colonialismo y todas las formas de opresión social- y un sentido estratégico con predominio de la confrontación violenta, la acción directa y la autogestión, en Chile –en Wallmapu es otra situación distinta- nos encontramos con limitadísimas capacidades políticas concretas. Lo que queremos destacar en estas letras es que lejos, lejísimo, incluso en contra de toda esta miserable payasada política del poder burgués, porciones significativas de la clase trabajadora y los sectores populares sí aspiran a que existan transformaciones profundas y radicales en el orden social, económico y político burgués, e incluso, estarían dispuestos a validar la violencia popular para conseguir tales fines, como se demostró durante la Revuelta Popular, siempre y cuando estos resulten históricamente oportunos y efectivos. El pensamiento popular es práctico y evalúa resultados concretos.

Nos atrevemos a asegurar que el ciclo de luchas populares en Chile no se encuentra cerrado en absoluto. Pensamos que la política de los sectores revolucionarios debe enfocarse en la multiplicación y el fortalecimiento de los sectores populares integrantes de un incipiente Movimiento Popular Autónomo. Para eso, tiene urgencia, por un lado, que elevemos y cualifiquemos nuestras capacidades organizativas, de generar organización política y popular-territorial; y por el otro, que superemos significativamente nuestros propios defectos morales, las pequeñeces, el sectarismo competitivo, el localismo obtuso y nos abramos, honesta y sensatamente, al encuentro y la articulación revolucionaria.

☆ LIBERACIÓN ☆

Diciembre 2023

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