Lxs Maricas hacen la revolución

Coletivo Ruptura
(trad. J., militante de Liberación)

En todas partes del mundo se celebra un nuevo mes del orgullo LGBT+. Este mes se celebra en medio de una nueva ola reaccionaria, que, basada en la guerra contra el «wokismo», ataca con cada vez más fuerza los derechos y la existencia de las personas queer y sus identidades disconformes, en defensa de un pilar fundamental de la sociedad burguesa: la familia.

Así, es esencial que como comunistas evitemos las respuestas simples de «en el capitalismo nunca seremos libres» y vayamos al fondo del asunto: ¿Cual es la relación entre el capitalismo y las personas queer? ¿Cual debe ser la relación de lxs comunistas con la lucha de estas personas?

En sus obras, notablemente en el Manifiesto Comunista, Marx y Engels mencionaron de forma clara la necesidad de la abolición de la familia.

La familia tiene que ser observada por los marxistas como era observada por Marx y Engels: una intersección entre el capital y el patriarcado con la función de su reproducción autónoma.

No hay destrucción del capital, ni se puede mencionar ese concepto, sin mencionar la abolición de su familia en toda su extensión.
Históricamente, ha habido un divorcio completo entre lxs marxistas y las personas queer.

Pasó mucho tiempo desde que lxs comunistas realmente lucharon por la libertad sexual y la abolición de la familia.

Fallamos ayer y fallamos hoy mientras existan partidos denominados «comunistas» que tengan este tipo de posiciones. Fallaremos mañana si no hacemos un análisis crítico de nuestro movimiento en el pasado, y de la pérdida del programa comunista, no solo para que volvamos a tenerlo, sino que también para recuperar un análisis de la lucha de clases que tenga en cuenta la lucha queer.

Día tras día vemos el crecimiento de la ofensiva reaccionaria, que se vuele cada vez más ensordecedora y ataca cada vez más a las personas queer en general y a las personas trans en particular, escondiéndose bajo el velo de un combate a la «ideología de género».

La familia ha perdido su fuerza por la flaqueza de su raíz histórica, con un origen patriarcal que asume moldes cis-heteronormativos y cataloga a todas las personas que no caben en aquellos moldes como divergentes.

Este cuestionamiento de los moldes cis-heteronormativos no beneficia en nada al capital que, más allá de ver la reproducción de su mano de obra amenazada, ve como una parte integrante de su ejército de reserva laboral disminuye.

Los problemas que se suman y amenazan nuestra existencia no vienen solo desde el exterior.

Aquella comprensión del ser queer enraizada en una visión eurocéntrica, con foco en el matrimonio, en el servicio militar y en la ciudadanía plena, encuentra dos problemas graves:

  • Ser queer no es ni nunca será un fenómeno local, por lo que esta forma de abordar el tema termina siempre por ignorar identidades y formas de expresión oprimidas por siglos de colonización;
  • Tan grave como este tema, el homonacionalismo, en el cual una defensa activa de la violencia del Estado se camufla con la defensa de los derechos LGBT, está todavía muy presente para justificar las acciones militares y la opresión.

La comunidad contemporánea ha sido cooptada por una visión reformista de la lucha LGBT, ya completamente separada de los orígenes radicales del movimiento en los EEUU.

Con perspectivas reformistas y dependientes del plano legal, nuestra comunidad actualmente busca la aceptación en una sociedad que no fue construída para ella, que en el pasado la oprimió y que en el futuro lo volverá a hacer nuevamente, de acuerdo con el flujo de descontento canalizado hacia un reaccionarismo violento proveniente de las crisis del capital.

Es necesaria tanto una crítica despiadada a estos movimientos como una proximidad a estod mismos, para que el rojo vuelva a ser el color que más brilla en el arcoiris.

La izquierda del Capital en Portugal también es reformista.

En una defensa abstracta de la comunidad, el PCP (Partido Comunista Portugués) categoriza esta cuestión como secundaria, apareciendo en las marchas de forma poco identificable y con un patético slogan  que de comunista tiene poco, y menos aún de queer, mientras acepta, permite y sostiene militantes transfobicxs, ya sea en las hileras del partido, como en las hileras de la juventud (JCP).

También el BE (Bloco de Esquerda), que tantas veces plantea esta cuestión como central, la instrumentaliza con fines electorales, pataleando cuando esta huye de su esfera de poder: ejemplo ilustrativo son los comentarios de Francisco Louçã ante la protesta de Keyla Brasil.

Teniendo todo esto en cuenta, lxs comunistas debemos avanzar en el trabajo de las siguientes cuestiones:

  • Un estudio en profundidad sobre la correlación entre las identidades marginalizadas queer y el capitalismo, para combatir mejor y diezmar estas redes de opresión y los vicios de nuestro movimiento;
  • La creación de espacios de convivencia social y organización política que centren las cuestiones queer como una de las principales fuerzas motrices de la lucha contra el estado actual de las cosas;
  • La aproximación de lxs comunistas con las capas oprimidas de la sociedad capitalista –en este caso, las personas queer–, haciendo una crítica despiadada que tome su lado, con la finalidad de extraer las necesidades reales del movimiento en cuestión.
  • La presencia destacable de lxs comunistas en organizaciones con posiciones vacilantes sobre la lucha de clases y la cuestión queer, exigiendo agitación y acción concreta a través de disputa organizacional y crítica pública.
  • Promover la creación de organizaciones de apoyo mutuo comunal.

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